Cuando hablamos de discapacidad también hablamos de turismo e inclusión

imagen de un mar

Por Igual Más

23/02/2015

                                                                       Por NÉLIDA MABEL MÉNDEZ

«Aquellos de nosotros que tenemos alguna discapacidad no deberíamos considerarnos marginados. Somos seres humanos normales que sólo tienen algunas necesidades especiales. En los últimos años otros grupos perjudicados, como las mujeres y personas de diferentes razas, han conseguido que se los tratara igualitariamente y se reconocieran sus necesidades. Ya es hora de que consigamos el mismo respeto por las necesidades de las personas con discapacidad»… Stephen Hawking.

 

Desde que he incursionado en el estudio del turismo y el derecho, me ha interesado indagar todo lo relativo a las personas con discapacidad y su entorno, las dificultades que se les presentan, en particular el disfrute del tiempo libre uno de los objetivos del turismo.

 

La mayor parte de las entidades públicas y privadas que atienden la problemática de las personas con discapacidad (PDC), suelen ocuparse de aspectos urgentes y necesarios que llevan tiempo y esfuerzos resolver, y dejan de lado, por las mismas razones, todo lo que tenga que ver con el goce del tiempo destinado a la recreación y en particular al turismo.

 

Básicamente el OCIO supone la búsqueda de bienestar. Hay quienes lo encuentran en actividades sedentarias, pero que enriquecen al hombre espiritualmente, como la lectura; y quienes gozan ejerciendo actividades lúdicas, como el juego, el deporte, o haciendo turismo. No importa la actividad que se realice, importa la búsqueda de placer asociada a ellas. Y en este punto a menudo se choca el individuo con BARRERAS internas, en las que encuentra angustia o culpa por esa porción de tiempo «improductivo».

 

El problema de cómo llenar esa porción de tiempo suele enfrentar al individuo con una sensación de vacío y pérdida de referencias, dado que todos sus tiempos suelen estar hiper organizados y sometidos a la agenda y el reloj (1).

 

 

 

La discapacidad como construccion social

 

Cuando digo que la discapacidad es una construcción social, quiero decir que es algo que se construye a diario en las relaciones sociales entre las personas, entre los grupos sociales, en el tejido social. Se construye en las decisiones que tomamos, en las actitudes que asumimos, en la manera que construimos y estructuramos el entorno físico, social, cultural e ideológico en el que nos desenvolvemos (2). Más allá de ello, cuando se habla de las personas con discapacidad, por ejemplo la que algunos llaman «no videntes» por no decir ciegos, «hipoacúsicos» por no decir sordos, o «personas con capacidades diferentes» y/o «personas con necesidades especiales» – estas expresiones en realidad no definen la discapacidad, sino que más bien, intentan ocultarla aunque no sea su intención. Considero que el enfoque concreto para trabajar el tema, debe partir del reconocimiento de la existencia de las distintas discapacidades que las personas pueden padecer, y a partir de allí, propender a la equiparación de oportunidades. Así, al decir de Eduardo D. Joly «La equiparación de oportunidades es la condición sine-qua-non para «garantizar el principio de igualdad de derechos, que significa que las necesidades de cada persona tienen igual importancia, que esas necesidades deben constituir la base de la planificación de las sociedades, y que todos los recursos han de emplearse de manera de garantizar que todas las personas tengan la mismas oportunidades de participación» (3).

 

 

¿Qué es turismo accesible?

 

Para un segmento de nuestra sociedad hablar de turismo accesible significa hablar de las posibilidades económicas y de acceso a la actividad simplemente. Salvo aquellas personas que por su profesión están en el medio turístico, o bien son profesionales del derecho que tienen que ver con el turismo, o son licenciados en turismo o carreras afines visibilizan al «turismo accesible» con esa franja de la población que tienen dificultades físicas por ejemplo para hacer turismo. Por ello no dejo de sorprenderme cuando diferentes sectores de nuestra sociedad, con o sin formación universitaria, tienen una mirada unívoca sobre «Turismo Accesible» el cuál considero es parte del problema pues nos cuesta hablar e instalar la problemática. Invito a todo aquél que quiera testear mi experiencia al respecto, lo haga por sí mismo.

 

Y es a partir de esa errónea apreciación que vuelco la definición que da la Organización Mundial del Turismo (OMT) acerca de Turismo Accesible: «Es el complejo de actividades originadas durante el tiempo libre, orientado al turismo y la recreación, que posibilitan la plena integración -desde la óptica funcional y psicológica-, de las personas con movilidad y/o comunicación reducidas, obteniendo durante las mismas la satisfacción individual y social del visitante y una mejor calidad de vida». Por lo que se desprende de tal definición que el turismo accesible está destinado a las Personas con Discapacidad física, sensorial, mental, del habla, cognoscitivas, con malformaciones (gigantismo, enanismo).

 

El turismo accesible lleva a establecer pautas de integración durante la actividad para las personas con discapacidad, que se manifiestan por una deficiencia física (motora, sensorial, patológica o visceral) como también por circunstancias transitorias, cronológicas y/o antropométricas.

 

Este conjunto tan amplio involucra en el turismo entre otros segmentos de la demanda al grupo de la tercera edad, al grupo familiar con niños pequeños, niños y personas pequeñas, discapacitados temporales (mujeres embarazadas, personas enyesadas, etc.) y permanentes (motrices, sensoriales y mentales); que según las estadísticas generales conforman este segmento el 40 % de la población mundial; por lo que se requiere una particular atención al tema durante el proceso de planificación de actividades turísticas y recreativas (4).

 

 

Mirada del mundo sobre la discapacidad y el turismo accesible

 

En el mundo se comenzó a atender la problemática de la discapacidad en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, promulgada por las Naciones Unidas en 1975. En ese andarivel se fueron dictando otras normas protectorias a nivel mundial, como la Clasificación Internacional de Deficiencias, Discapacidades y Minusvalías de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 1980; la Declaración de Manila, en el mismo año, llevada a cabo por la Organización Mundial del Turismo (OMT); el Año Internacional de los Minusválidos, declarado por las Naciones Unidas en 1981, el Programa de Acción Mundial hacia los impedidos, aprobado por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1982 ; la Conferencia Europea de Accesibilidad de los Edificios Públicos, en 1987; Programa de Acción Mundial de las Personas con Discapacidad, en el año 1992, aprobada por Asamblea General de Naciones Unidas; Asamblea General de Naciones Unida, de las normas uniformes sobre igualdad de oportunidades para las personas con discapacidad, en 1993; Declaración de Barcelona: La ciudad y los discapacitados, en 1995; Declaración de Montreal, en 1997, y la Convención Internacional sobre los Derechos de Personas con Discapacidad, dictada en 2006 por las Naciones Unidas. Es en esta última norma, a la cual nuestro país ha adherido a través de la Ley 26.378 sancionada por el Congreso Nacional en el año 2008, que en su artículo 9 se refiere a «Accesibilidad», y en su artículo 30 se refiere a la «Participación en la vida cultural, las actividades recreativas, el esparcimiento y el deporte», -siempre hablando de las personas con discapacidad – específicamente en el inciso 5, subincisos c) Asegurar que las personas con discapacidad tengan acceso a instalaciones deportivas, recreativas y turísticas; y e) Asegurar que las personas con discapacidad tengan acceso a los servicios de quienes participan en la organización de actividades recreativas, turísticas, de esparcimiento y deportivas.

 

 

Turismo accesible en argentina: entre la intención y la realidad

 

La Argentina viene trabajando desde hace varios años por la accesibilidad, por proteger los derechos de las personas con discapacidad. Así se observa tanto desde lo privado por medio de distintas ONG, como desde el estado, nacional, provincial y municipal, se han formalizado programas de ayuda tendientes a derribar las barreras arquitectónicas, urbanísticas, y también las comunicacionales, para facilitar y/o encausar las dificultades que se les plantean a los tutelados, con respuestas provenientes de esos órganos, actuando por si, y/o en colaboración unos con otros. Desde el aspecto normativo, la ley básica de los derechos de las personas con discapacidad, es la que lleva el número 24.314, sancionada en 1994, modificada por la ley 22.431.

En relación al turismo accesible, tema que me convoca, se han venido dictando normas tuitivas para facilitar el uso y goce de los servicios turísticos, por parte de las personas con discapacidad. Específicamente la Ley Nº 25.643 dictada en 2002 que se refiere al Turismo Accesible. Cabe señalar que si bien fue sancionada por el Congreso Nacional, no es obligatoria para todas las provincias, por regir en nuestro país el sistema federal. De todos modos, dicha norma invita a adherir a las provincias y/o municipios que consideren prioritaria la atención de las personas con discapacidad, desde el punto de vista turístico, a través de una norma local que así lo especifique. También la Ley Nacional de Turismo, Nº 25.997 sancionada en 2005, establece el concepto de turismo social y se refiere en su art. 2 «in fine» a la accesibilidad, como objetivo prioritario de esa norma.

 

La realidad de los hechos, es que hubo provincias que adhirieron a la Ley Nº 25643 de Turismo Accesible, como Buenos Aires (Ley 14.095), San Juan (Ley 7933), Tierra del Fuego (Ley 611), Misiones (Ley 4347), Río Negro (Ley 4455), Chubut (Ley XXIII Nº 32), Mendoza (Ley 8417), Chaco (Ley 5216), Jujuy (Ley 5466), Corrientes (Ley 5958). No obstante no haber adherido a la ley 25643, hay otras provincias en las que algunos de sus municipios han hecho, por «motu propio», ingentes esfuerzos para hacer del mismo un lugar turísticamente accesible. Tal el caso, por ejemplo, de San Martín de los Andes -Neuquén-, que a través de la ordenanza 3395/99 desplegó programas de capacitación, que incluyen desde lo que corresponde a la enseñanza en los distintos niveles (para sensibilizar a su sociedad), hasta realizar campañas, con el mismo objetivo. Y podríamos decir que en ese municipio existe conciencia social que es un paso indispensable para hacer de las normas un hecho concreto. Además de procurar que los alojamientos y los atractivos locales sean accesibles a las personas con discapacidad. También la ciudad de Tandil -Prov. de Buenos Aires- fue declarada por la Secretaría de la Provincia de Bs. As. como 2da. Ciudad amigable para el celíaco. Otro ejemplo son las conocidas ciudades turísticas como Mar del Plata y Villa Gesell, que han puesto a disposición de quienes lo precisen, sillas anfibias para posibilitar el ingreso al mar de las personas con discapacidad motriz, en algunos de los balnearios más concurridos y/o importantes.

 

La lista sería más larga y seguramente poco conocida por la sociedad pero bien vale la pena tener conocimiento de ello.

 

Entre los prestadores turísticos las agencias de viajes cumplen un rol de enorme importancia, pues es la vinculación entre el hotel, el transporte, las visitas y las excursiones. Velar y proteger al pasajero los requerimientos administrativos y burocráticos, por ejemplo cuando se trasladaban al exterior o deben tratar con las compañías aéreas para la admisión a los vuelos de las personas con discapacidad. Es decir, que el agente de viajes tiene la obligación de informar sobre las necesidades específicas del pasajero y protegerlo. Por ejemplo, el transporte es de vital importancia, «todos los autores coinciden en que son tres elementos diferentes, aunque estrechamente relacionados, los que configuran la calidad: las infraestructuras, los vehículos y los medios de transferencia de unas a otros.

 

La accesibilidad de cada uno de ellos y en conjunto de los tres, es indispensable para alcanzar un nivel de calidad mínimo de este elemento básico del producto turístico. En realidad, las infraestructuras del transporte habrán de cumplir las exigencias establecidas para todos los edificios de uso público, en cuanto a entorno urbanístico, acceso, circulación, sanitarios, señalización, etc. El segundo requisito o exigencia de la calidad, hace referencia a la accesibilidad de los vehículos, siendo aspectos críticos a considerar el acceso, la circulación interior, el lugar de reposo (los asientos) y los sanitarios. Cada uno de los modos de transporte tiene sus dificultades y soluciones específicas, que no consideraremos ahora (5)». De igual manera podríamos referirnos en la hotelería, en los servicios que las empresas brindan en general.

 

 

El camino que aún nos queda por recorrer

 

Sería injusto no reconocer lo que se hizo en materia de turismo accesible en nuestro país, que es mucho. Pero también sería injusto no reconocer que falta aún un largo camino por andar para que el turismo accesible sea una realidad tangible. En este sentido y a manera de ejemplo se puede ver qué se hizo en países como España, donde desde la Fundación ONCE se generan soluciones, planes y además, seguimiento de las problemáticas que se plantean para todo tipo de discapacidad. También visualizar cómo está organizada para sus propios habitantes, y por ende, también para los turistas como es el caso de la ciudad de Barcelona, entre otras. Y qué decir de las playas españolas, en las que se cuenta con elementos que posibilitan el uso y goce de la playa y el mar, en igualdad de posibilidades para todos.

 

La respuesta, precisamente, a la pregunta sobre qué nos falta, apunta a un compromiso que se tiene que forjar entre el estado, en sus diferentes niveles, y de parte de los prestadores turísticos de todo tipo (alojamiento, transporte,), así como de la propia sociedad. Sin las tres «patas» funcionando en armonía, el camino al que aludía más arriba no sólo es largo, sino también tortuoso, porque los escollos aparecen en cada intento, y el fracaso acalla los intentos. Cómo llevarlo a la práctica?. No es sencillo, pero tampoco imposible y máxime cuando hay decisión política y creativa, veáse por ejemplo la asignación de recursos que ha establecido la ley 25.730, sancionada y promulgada en marzo de 2003. La misma establece sanciones para los libradores de cheques rechazados por falta de fondos o sin autorización para girar en descubierto o por defectos formales estableciendo como destino de los fondos recaudados, a los Programas y Proyectos a favor de las personas con discapacidad, así lo establece el artículo 3 de la normativa mencionada -» Los fondos que recaude el Banco Central de la República Argentina en virtud de las multas previstas en la presente ley serán destinados para la aplicación de los programas y proyectos a favor de las personas con discapacidad, que será administrado por el Comité Coordinador de Programas para Personas con Discapacidad, creado por decreto del Poder Ejecutivo nacional 153/96 y sus modificatorias. Dichos fondos serán aplicados en los programas proyectos citados, conjuntamente con los recursos previstos en el artículo 10 de la ley 25.413«. En esa idea, el Decreto 1277/2003, que crea el Fondo nacional para la Integración de Personas con discapacidad El artículo 1º dice al respecto » Los fondos recaudados por aplicación de la Ley Nº 25.730 serán destinados al financiamiento de Programas y Proyectos a favor de Personas con Discapacidad que tengan como finalidad la prevención, la rehabilitación integral y/o la equiparación de oportunidades» .Por su parte el artículo 4 señala que parte de esos fondos serán aplicados al desarrollo de Programas de Accesibilidad al medio físico y comunicacional. Dicha norma, además de los recursos provenientes de la ley 25730, enumera con carácter enunciativo, en su artículo 2º, otros aportes conforman dicho fondo. Es por cierto un excelente ejemplo a tener en cuenta y a imitar.

 

Por otra parte, además de la asignación de recursos económicos de enorme importancia para hacer realidad un turismo accesible posible, debemos pensar, en la necesidad de generar en la sociedad conciencia, respeto y sensibilidad hacia las personas con discapacidad. Un entorno accesible implica un compromiso de la sociedad que en tal espacio físico interactúa.

 

El rol de la educacion y turismo accesible

 

En este caso, para posibilitar tal compromiso social, es indispensable un marco educativo que se desarrolle desde los niveles de la educación inicial, primaria, secundaria, y universitaria. Y más específicamente, en aquellas carreras terciarias y/o universitarias que estén vinculadas con el turismo, incluyendo entre las asignaturas que conformen la currícula, conocimientos más o menos profundos, según la carrera, acerca de Turismo Accesible.

 

En el marco de los prestadores privados, tales como hoteles, restaurantes, atractivos turísticos, balnearios, cines, teatros, etc., es fundamental hacerles conocer, en tanto su actividad es comercial, y por ende, su objetivo es el lucro, qué beneficios conlleva el hacer de cada uno de esos sitios, un lugar accesible, o amigable para con las personas con discapacidad.

 

Es probable que, en principio, el realizar obras de infraestructura tendientes a lograr accesibilidad en cualquiera de los lugares arriba citados, sea interpretado por su propietario o explotador, como un gasto. Y allí radica el error, ya que en realidad constituye una inversión, la cual le redituará el lucro buscado, atrayendo potenciales clientes, que normalmente van acompañados por una o más personas, que no son clientes de temporada alta, sino de todo el año, que además, suelen gozar no sólo de más tiempo libre, sino también de recursos económicos que posibiliten sus vacaciones en cualquier destino. Si esta realidad, apoyada por estadísticas mundiales, es conocida y aprovechada por el prestador turístico, entonces hacer accesible su emprendimiento también traerá consigo, aparte de su propio crecimiento económico el de la zona turística donde se ubique ese hotel, restaurant, balneario, parque nacional, y con ello se apuesta al crecimiento económico regional y local.

 

Es destacable la tarea complementaria que realizan las ONG que representan a las distintas personas con discapacidad, porque sin el aporte, sin el reclamo de las mismas, sin la promoción de acciones concretas para hacer valer sus derechos, todo queda varado en una nebulosa de la que es difícil salir pues aún queda un enorme trecho por trabajar. Pero considero que el papel protagónico lo debe cumplir el estado con políticas públicas que otorguen líneas de crédito específicas para concretar los desarrollos necesarios para hacer accesibles cada uno de los sitios arriba descriptos, esto es el estado y su aliado el sector privado. Ello podría llevarse a cabo a partir de políticas públicas instrumentadas desde el Ministerio de Turismo de la Nación, desde las Secretarías de Turismo de cada provincia, y por qué no, desde la oficina, dirección, o secretaría de turismo dependiente de cada municipio, pues son estos espacios territoriales los beneficiarios cumpliendo con una política de inclusión y de crecimiento económico. También desde el Consejo Federal de Turismo podrían propiciarse instrumentos de apoyo y/o auxilio económico para el cumplimiento de estos objetivos.

 

Desde el punto de vista normativo, sería conveniente establecer un límite temporal para que las Directrices de Accesibilidad, que hasta ahora son pautas de aplicación voluntaria, comiencen a ser obligatorias en forma paulatina, para todos los prestadores de servicios turísticos. Ello se generaría a partir de una ley que así lo indique, la cual debiera elaborarse cuidadosamente teniendo en cuenta cada las discapacidades a las que la directriz se refiere.

El despertar de todos, Estado Nacional, provincial y municipal, entidades gubernamentales creadas para protección de las Personas con discapacidad, empresas privadas del ámbito turístico -hoteles, transportes y atractivos turísticos-, y de la sociedad en general, es indispensable para hacer posible la accesibilidad, y por carácter transitivo, el turismo accesible. De la voluntad y el trabajo de todos depende que hablemos de un proyecto, o de una realidad. Recordando que «para vencer la ignorancia y los prejuicios que rodean la discapacidad, se requiere de educación y sensibilidad» (6).

 

Entonces el turismo accesible puede aportar al crecimiento turístico de nuestro país.

 

Es un desafío para quienes incursionamos en esta temática trabajar para generar mayor conciencia entre los prestadores turísticos, y aportar desde las diferentes profesiones y disciplinas a un turismo accesible en nuestro país.

 

Es un desafío incorporar a este sector de nuestra sociedad que tiene tiempo libre, condiciones de disfrute, posibilidades económicas sea por sus propios recursos, por ayuda de familiares y amigos, por sus tareas laborales y por la ayuda que pueda brindar el estado. Generar proyectos creativos y tuitivos en tal sentido es lo que está por venir.

 

En este marco, debe tenerse en cuenta que toda barrera es una construcción humana, consciente o inconsciente, que la sociedad puede derribar culturalmente, y el turismo también generando proyectos económicos turísticos inclusivos.

 

N.M.M

12 de Enero de 2015

www.infojus.gov.ar

Infojus
Id Infojus: DACF150021

 

 Notas al pie

 

(1) y (4) (5) «Turismo Accesible. Manual de Pautas de Calidad de atención de personas con capacidades restringidas» Autores: RAFAEL SANJUANBENITO, LILIANA PANTANO, SILVIA DI SANTO, LUIS A. GRUNEWALD (Edición Digital).

 

(2) (3) «La discapacidad como construcción social» SEMINARIO INTERDISCIPLINARIO:»CAPACIDADES Y DIFERENCIAS»- Universidad Nacional de La Plata- Pcia. de Buenos Aires – 24 de octubre de 2002 .EDUARDO J JOLY.

 

(6) «Arte de proyectar en arquitectura», ERNST NEUFER, 13ª edición en español, GUSTAVO GILI, 1982.

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