La música como puente a la vida

hombre con guitarra en la mano

Por Igual Más

11/02/2016

    

 

     Esta es sólo una historia más que demuestra de qué manera el vínculo con la música trasciende la belleza hasta llegar a penetrar en el modo en que una persona transita su vida, en su filosofía. Fernando Montachini es el protagonista de una de estas historias.

   

     Nací en abril de 1974. Como decía mi viejo (el compositor Raúl Fernando “Gringo” Montachini, quien falleció en 2014), nací en “Córdoba en otoño”. En 1993, a los 19 años, tuve un accidente automovilístico. No recuerdo nada, lo que sé es lo que me contaron.

     Una mañana, yo manejaba por la calle Vélez Sársfield y un colectivo impactó el auto que yo conducía y quedó a 90 metros del lugar del choque. Estuve seis o siete meses en el hospital en coma cuatro, no recuerdo bien las fechas.

     Me diagnosticaron traumatismo craneoencefálico severo. Los médicos pronosticaban que, si me salvaba, yo sería un “vegetal” el resto de mi vida. No había posibilidad de una cirugía porque era un politraumatismo. Mis padres eran muy creyentes y mi viejo se animó a discutirle a los médicos: él estaba seguro de que yo me iba a salvar.

     Los profesionales de la salud son muy escépticos en general, pero con el tiempo hasta uno de los médicos del hospital le dijo a mi papá que tuve ayuda de “el de arriba”.  Lo que sobrevino después del accidente, que yo esté acá, casi no tiene explicación. Es, sin lugar a dudas, gracias a la paciencia y dedicación de mis padres que fueron quienes estuvieron siempre a mi lado. Mientras permanecí en coma, los doctores les pedían que me estimularan con lo que me gustaba. Entonces, me ponían unos auriculares desde los que sonaban Gustavo Cerati, el Flaco Spinetta y mucho folclore, que me gusta por mi viejo, claro.

     La música me salvó. Fue, no lo digo sólo yo, también lo sostienen los profesionales, mi cable a tierra. Ya cuando estaba en mi casa seguía sonando música todo el día.  Cuando reaccioné, no sabía nada. Estaba consciente pero no conocía mi casa ni a mis viejos ni sabía quién era yo. Nada. Debí reconstruir mi historia. Con la paciente ayuda de mis padres, aprendí todo de nuevo. Cuando digo todo es todo: caminar, hablar, conocer como la primera vez.

     Después, estuve un par de veces en una institución en Tanti que me ayudó en mi recuperación motriz. Hoy camino un poco lento, pero nada más. Hasta mi dicción mejoró mucho.

     En 2000, cuando tenía 26 años, empecé la facultad. Me recibí de Técnico Universitario en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Córdoba (UNC). Elegí esa carrera porque siempre me gustó el área de lo social. Y la terminé. Otra vez, ese logro fue gracias a mis padres: ellos me llevaban y buscaban todos los días. Recuerdo que tomaba notas en clase como podía, porque soy zurdo y la mano izquierda me había quedado pegada al cuerpo, entonces debía usar la derecha. Rendir era toda una historia ya que no podía hablar fluidamente ni podía escribir con facilidad.

     En los primeros años de la carrera, y hasta que pude caminar, mi mamá (Blanca Jara) me cargaba sobre sus pies para ayudarme a ingresar al aula. Mi papá cambió sus horarios de trabajo para estar disponible para mí. Ellos reorganizaron su vida para que yo saliera 
adelante.

     En mayo de 2014 falleció mi viejo. Ese fue un golpe muy duro. Soy único hijo y él era para mí como un hermano. Teníamos una relación muy cercana. No sólo por la música, aunque soy compositor gracias a él. Hicimos juntos muchas canciones y aprendí de él el gusto por lo popular. También estudié con los profesores Jorge Platé y Víctor Leiva.

    En el aspecto cognitivo, lo que me ayudó muchísimo fue la música: componer.  No fue fácil volver de un politraumatismo craneoencefálico severo, pero acá estoy. Después de tanto peregrinar, acá estoy.

 

Perfil

Fernando Montachini tiene 41 años. Nació en Córdoba, es compositor. Su padre, Raúl Fernando Montachini, compuso obras tan populares como la zamba Córdoba en otoño y piezas como Mi abuelo gringo, Quizás en Totoral, Cordobés, guitarrero y cantor, Cantata a Córdoba y A Jardín Florido, caballero de ley.

En 2010, Fernando se recibió de técnico universitario en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Córdoba. 

Fuente de información e imágen: http://www.lavoz.com.ar/historias-de-vida/la-musica-me-salvo-la-vida

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